lunes, 17 de enero de 2011

Tan solo palabras

Por Samuel Arango M.


PUblicado en El Colombiano


No creo en las palabras de casi nadie. Están vacías, engañan. Dicen bellezas y hacen atrocidades. Hablan de paz mientras echan balas. Gritan decencia mientras se corrompen, se untan. Palabras que son capaces de añorar a los antepasados y pisotear a los presentes. Palabras que no se cumplen, que están vacías, que sólo suenan pero que no realizan nada. Palabras huecas como los corazones, como las cabezas. La palabra falsa se tomó la ciudad y el campo. Se dice sí cuando se quiere decir no. Se dice no cuando se quiere decir sí.

Pobre palabra en la que ya nadie puede creer porque la prostituyeron, la oxidaron, la masticaron sin compasión.

Escribir, hoy en día, es un ejercicio de hipocresía. No se puede decir la verdad porque lo matan. Lo único que vale es la mentira. O las palabras huecas. O escribir entre líneas para que sólo entienda quien escribe. O hay que darle espacio abierto y amplio a la estupidez.

Hay días en los que nada provoca escribir, porque no tiene sentido. La gran comedia del mundo está escrita y nos hemos aprendido el texto de memoria. No es la divina comedia, es la maldita.

Cantinflean los poderosos, cantinflean los humildes, los padres, los hijos, los sacerdotes, los gobernantes, los desempleados, los que ríen y los que lloran.

La peste de la habladuría invadió todos los rincones del planeta. La verdad y la mentira se confundieron en un macabro abrazo de destrucción y muerte.

Triunfa el que más hable, el que más palabras sin sentido pronuncie.

Este planeta y sus alrededores son un pegote de letras. La palabra se paró sobre todos los hombres y los estripó sin compasión.

Y lo grave es que los que escribimos tenemos como profesión la palabra, pero cuando ésta pierde sentido, nosotros también lo perdemos. ¿Para qué escribimos? ¿Para continuar atosigando al mundo? ¿Para continuar alimentando la hoguera que nos ha de consumir?

¡Pobre palabra, cómo te hemos pisoteado!

Ahora se entiende el mensaje eterno de los sepulcros blanqueados que por dentro son podredumbre y mortecina y que por fuera se visten de cocteles, de fiestas y de risas estridentes, de caridad sin justicia, de corrupción, de mentira inmisericorde.

Parados los unos sobre los otros gritamos nuestras obras de caridad que tapan las obras de injusticia. El ser humano es sólo palabra.

Y para saber que al principio era solo el Verbo y cuando se hizo carne lo crucificaron, como lo hacemos ahora con los desaparecidos, los asesinados, los secuestrados, los desplazados, los torturados, los despreciados.

Estamos con las palabras hasta el cuello y nos estamos ahogando como con un cordón umbilical.

Los delincuentes hablan y les creen, los justos hablan y los acusan o los satirizan.

Hoy en día la palabra no es una bella expresión del interior del hombre, es un arma más letal y dañina que un bombardeo. Hay días en los que las palabras no sirven ni siquiera para maldecir las palabras, como hoy.

Hasta que encontremos en la práctica, no se sabe cuándo, la única palabra que nos sacará del pozo nauseabundo de las palabras.

Cuidado con la pantalla

Por Samuel Arango M.
Publicado en El Colombiano

Varios autores del mundo han anunciado la muerte definitiva de los televisores. Sucede cada que aparece un nuevo medio de comunicación. Los teóricos mataron la radio cuando apareció la televisión. Mataron el cine también con la televisión. Ahora, los profetas mediáticos anuncian la muerte de la caja mágica. El enemigo mortal, según ellos, es el computador, o mejor, el monitor. En las sociedades desarrolladas las cifras son impresionantes. Para Colombia no hay estadísticas, pero sin duda que los monitores van aumentando y empiezan a permear la cultura. Dos de cada tres norteamericanos entre los 9 y los 17 años prefieren navegar en internet a mirar televisión. Más de la mitad de los hogares gringos tienen computador en la casa.

En una encuesta reciente a escolares norteamericanos se les preguntó que si fueran abandonados en una isla desierta, qué se llevarían, dos de cada tres respondieron que un computador conectado a internet. La segunda fue la televisión, pero muy atrás. Ahora el 75% de los niños norteamericanos prefieren el monitor al televisor.

Un computador al menos en cada casa es hoy en día una necesidad, antes era un lujo. Por el computador se acabó el correo aéreo, la gente volvió a escribir y a comunicarse con sus amigos, a conseguir nuevas amistades, a mercar, a pagar cuentas, incluso a hablar por teléfono nacional, o internacionalmente, con el sólo costo de la conexión a internet, a hacer tareas, a sostener noviazgos. Mucha gente ha entrado en contacto con Dios a través de la red. Los mensajes espirituales y de valores circulan profusamente. Algunos dirán que las relaciones por el computador son frías? y de pronto están equivocados. De hecho, las personas se pueden ver con las webcam, y hacer gestos y matarse el ojo y?

Pero ojo, hay que hacer un llamado de alerta. Así como el computador es un recurso maravilloso al servicio del hombre, puede igualmente ser un grave problema social y familiar. Porque en la red se encuentra de todo. Y los usuarios más expuestos son los menores, los niños.

Hay que pensarlo. Hay que actuar. Porque el mal puede ser de verdad grave. Es el mal uso el que hay que prevenir.

Se nos ocurren algunas medidas para evitar que los niños sufran daño, estas son:

- No prohíba el uso del computador, enséñelo a usar.

- Bloquee el acceso a direcciones de porno, violencia, depravación. Hay muchas.

- Ponga permanente atención para saber con quién "chatean" los muchachos. Prevéngalos de los engaños.

- No instale el computador en el cuarto de los niños. Hágalo en un lugar común como la sala, la biblioteca, el corredor. Así los menores no pueden "esconder" lo que hacen.

- Controlen, como con la televisión, el tiempo que puede dedicarle al computador. Una hora, máximo dos podrían ser suficientes. Les encantan los juegos, pero una sobrexposición trae consecuencias negativas.

- Mantenga un diálogo abierto y franco sobre el tema con ellos. Acostúmbrelos a que le consulten a usted.

- No exagere usted mismo el uso. Recuerde que los muchachos copian el comportamiento de los adultos.

Y que cada familia se apersone del tema. Familia bien constituida no tendrá problemas serios. ¿Pero hay familias?